divendres, 14 de desembre del 2012

"Victus" Albert Sánchez Piñol (la campana)


"Nosotros, los ingenieros de mi siglo, no tuvimos un oficio, sino dos. El primero, sagrado, construir fortalezas; el segundo, sacrílego, destruir fortalezas. Y ahora que estoy hecho un Tiberio, dejadme que os revele la palabra, esa Palabra. Porque, amigos míos, enemigos míos, insectos todos en la circunferencia diminuta de este nuestro universo, yo fui el traidor. Por mi obra expugnaron la Casa del Padre. Yo rendí la ciudad que me había sido dado defender, una ciudad que desafió el poder de dos imperios coaligados. La mía. Y el traidor que la entregó fui yo."

"Y ahora, alrededor de mí, solo bosque, aire limpio de humos artilleros y de trompetas estridentes, trinos de pájaros. Y un niño y un enano con un embudo en la cabeza, jugando a las canicas con los instrumentos predilectos de la muerte. Sí, la infancia siempre será el estado subversivo del hombre."

"como si aquella música tan insólita, artificial y a la vez dulce, la transportara hasta sus recuerdos más lejanos. No, había más, el recuerdo era la caja misma, así como en un desierto no hay fronteras: el desierto es la frontera."

"Y en ese teatro, quizás, encontraría un maestro que continuara la obra del marqués. Con su ayuda, tal vez, me sería revelada la Palabra. Las recriminaciones de Amelis me hicieron feliz, pues el único motivo que tenía para oponerse a mi marcha era el amor. Pero yo tenía una deuda con un amor igual de grande. Se lo debía a Vauban."

"En cuanto a los curas españoles, no los hay peores en el orbe católico. Sus intereses siempre están aliados con los de la estupidez humana, fomentan ambos en cada sermón y no los detienen ni el sentido del ridículo ni la fuerza de la razón."

"El mal es como una nube negra; se forma allí arriba, más allá de nuestro alcance y comprensión, y cuando descarga el diluvio no vemos la nube, nos limitamos a sufrir la tormenta."

"Para atemperar las horas de clase, incrementé los paseos. En el fondo daba lo mismo que les diera lecciones en casa que andando, y Arfán era un animalito que necesitaba aire. Durante uno de esos paseos ocurrió algo que demuestra que un exceso de civilización convierte a los pueblos rectos en papanatas."

"no oí la Palabra de boca de mi capitán, sino de un hombre que había venido desde latitudes enemigas  un hombre que lo había dejado todo para unirse a las filas de los débiles y desamparados, los pocos y malditos, y para sacrificar la vida por ellos."

"Y descubrir, al fin del último extremo, más allá de Éufrates y Rubicones, sin lloros, oh, grandeza y consuelo de los pocos y pobres, de los débiles y desdichados, que cuanto más oscuro sea nuestro crepúsculo más dichoso será el amanecer de los que están por venir."

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